Libros que salvaron vidas

Nunca se ha sabido de un libro que haya acuchillado o disparado a nadie, y sí de algunos que han llegado a salvar vidas en situaciones extraordinarias.

Libros que salvaron vidas

Es posible que se haya matado a seres humanos en nombre de ciertos libros, pero desgraciadamente eso forma parte de la particular locura de nuestra especie. Sin embargo, nunca se ha sabido de un libro que haya acuchillado o disparado a nadie, y sí de algunos que, de forma más o menos literal, han llegado a salvar vidas en situaciones extraordinarias.

También, desde luego, podríamos encontrar ejemplos que se ajusten a nuestro título al pie de la letra: todos hemos visto alguna película en la que un librito de bolsillo (frecuentemente una Biblia) frena la bala dirigida al corazón del protagonista. Una situación inverosímil que nos hace sonreír de medio lado, pero que se ha dado más de una vez en la vida real.

Hace pocos años, en la ciudad brasileña de Fortaleza, hubo un tiroteo entre bandas armadas que cogió en medio a unos cuantos estudiantes. Mientras escapaba, uno de ellos notó un impacto en su espalda, pero no sufrió daño porque la bala, como en los westerns, había quedado atrapada entre las hojas del libro que el chico llevaba en la mochila. En este caso no era la Biblia, sino un manual sobre mecánica de fluidos.

Pero ese ejemplo más bien rocambolesco no se parece mucho a los que de verdad queremos recordar aquí.

Versos para sobrevivir en las tinieblas

La de Tatiana Gnedich es una historia tan novelesca como atroz. Acusada en falso por un tribunal estalinista, fue encerrada en un gulag siberiano en condiciones muy duras y, según parece, privada de luz. Pero Gnedich, experta en literatura y conocedora de varias lenguas, se refugió en su memoria. En ella retenía miles de versos del Don Juan de Lord Byron, y dedicó las interminables horas de su cautiverio a repetirlos, traduciendo al ruso el larguísimo poema.

Hay diferentes versiones sobre la tortura y las circunstancias vividas por Tatiana, quien salió de su reclusión sin vista y con una traducción asombrosa de la obra byroniana. Lo que no ofrece dudas es que la poesía del británico lord le sirvió para presentar batalla a la depresión y la locura durante el encierro.

A Primo Levi, por su parte, le tocó vivir el disparate nazi en un lugar cuyo nombre quedaría para siempre asociado al horror: Auschwitz. Trabajando como peón en extenuantes jornadas, hizo buenas migas con un joven alsaciano que también buscaba alguna forma de aliviar aquel espanto. El joven le pidió a Levi que le enseñara algunas palabras en italiano, y mientras cargaban pesos y empujaban vagones, el escritor le recitó una y otra vez los versos de un fragmento de la Divina comedia de Dante.

Ese fragmento era el Canto de Ulises, que pertenece a la parte que el poeta florentino dedica al infierno. Y no muy distinto del infierno era el campo de exterminio en que vivían aquellos hombres, degradados y humillados hasta límites difíciles de concebir. Sin embargo, ambos sobrevivieron y Primo Levi plasmó aquellas vivencias en Si esto es un hombre, una obra que pasó inadvertida en la Italia de la posguerra, pero que con los años acabó reconociéndose como uno de los mayores testimonios literarios del Holocausto. En ella, naturalmente, se habla de aquellos versos de Dante y de cómo, de algún modo, resultaron tan consoladores en semejantes circunstancias.

Zweig, el ajedrez y la sombra del nazismo

Solo un par de años antes del calvario de Levi, Stefan Zweig había escrito Novela de ajedrez, una historia de ficción que bebe de la misma terrible realidad que experimentó Tatiana Gnedich. En la novela, un vienés viaja casualmente en el mismo barco que el campeón mundial de ajedrez, que se entretiene derrotando fácilmente a cuantos pasajeros desean medirse con él. Pero cuando se enfrenta al misterioso austríaco, las cosas toman un rumbo inesperado.

El origen de la maestría de aquel desconocido jugador estaba en su pasado como prisionero de los nazis. Había permanecido aislado e incomunicado durante un período de tiempo tan largo que le habría hecho perder la razón de no haber contado con un libro que, accidentalmente, había llegado a sus manos: un manual de ajedrez. De su estudio obsesivo, de la memorización y el análisis de centenares de partidas, había hecho el protagonista su única ocupación diaria; y así, sumergido en las infinitas profundidades del juego, había conservado su mente a salvo.

El propio Zweig no pudo lograr un consuelo semejante cuando se hallaba en Brasil, lejos de su querida Europa y hundido en la desesperanza por lo que parecía una victoria segura de Hitler. Su testamento literario se llamó El mundo de ayer, una nostálgica visión del viejo continente y de lo que el autor habría deseado que fuera. Stefan optó por quitarse la vida junto a su esposa, y se unió a la suerte de otros escritores suicidas sin padecer tendencias depresivas ni presentar largos antecedentes médicos. En su caso, fue la historia la que le cargó repentinamente con un peso inesperado e insoportable.

Trilogía de Auschwitz, Primo Levi
Primo Levi
Trilogía de Auschwitz
Don Juan, Lord Byron
Lord Byron
Don Juan
Novela de ajedrez
Stefan Zweig
Novela de ajedrez
El mundo de ayer: memorias de un europeo, Stefan Zweig
Stefan Zweig
El mundo de ayer: memorias de un europeo
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