¡Absalón, Absalón!
Fuente de inspiración literaria y materia de reflexión moral y también histórica, el Sur de los EE UU transmite su abigarramiento y dificultad a la enorme saga que forma la obra de William Faulkner, en la que el condado de Yoknapatawpha forma, más que el escenario de la fabulación, su propio objeto.
En ¡Absalón, Absalón!, Quentin Compson -descendiente del estirpe cuya ruina se describe en El ruido y la furia– recrea, con la ayuda de su compañero de habitación de Harvard, los obstinados sacrificios de Thomas Sutpen para regir una enorme plantación y fundar una dinastía. La destrucción y el descalabro son la conclusión final de una historia de violencia, orgullo, incesto y crimen.